ME IRRITO Y PEGO UN RESPINGO


Vaya por delante que la jamancia debe ganársela cá uno a costa de su trabajo y no al del prójimo . Desde aquí un cero asín de grande pa los “guindaores” de antes y de ahora, pero...

                                                                
Yo no pueo compará
a un tironero indecente
con aquel arte sin par,
que tenía aquella gente
en su forma de “mangá”.

O es que no tenía su mérito aquel célebre apodáo “El Ligero” por lo delgáo que era y por su rapidez en el “desplume” y en el quitarse del medio.

Estaba una mañana en la esquina de la trinitaria Calle Jaboneros, cuando divisó por la acera de enfrente a una posible victima, y con los ojos echándole chirivitas, comentó a los presentes, “ya tengo er día jecho con er cateto”, desde la puerta del Capitol, que después fue Palacio del Cine, y que sigue siendo Palacio... Pero del Bingo ¡¡Toma yá cultura de la Gúena!

Aun reconociendo lo mucho
que han jecho de positivo
“majogo” si no desembucho,
algo de lo negativo.

Me irrito y pego un respingo
cuando paso por su láo
y veo que el Cine es un Bingo,
y son muchos... ¡demasiaos!


Pos desde el Cine Capitol al Cine Avenida (que ahora son unos aparcamientos) el “Ligero” le “aligeró” el bolsillo, diecinueve mil de las veinte mil pesetas que llevaba, le dejó mil pá los gastillos del día.

Pero cómo tós los oficios tienen sus gajes un día le salió la jaca, jaco, al pasar por Calle Mármoles, metió la mano en el bolsillo de mi tío Clemente que aunque del campo, sabía por donde andaba, hombre con fuerza é intención (que ambas las empleó) en pegarle una garfañá por encima del bolsillo, como era corpulento, arrastrando y pegando alaríos, llevó al “Ligero” hasta la “Tribuna Los Pobres”, y al soltarlo y ver cómo le había dejáo la mano se lamentó... ¿ ahora en que me busco las habichuelas?

Había otras maneras de robar, cómo aquel que iba con un gran bacalao po Calle San Juan arriba, y el chorizo por detrás le pegó un tironazo y mas pronto tenía el bacalao cogío por la cola con las dos manos sobre el hombro, y al volverse el desposeído dueño y preguntar al ladrón que si había visto al que le había quitao el bacalao, este encima le echó una regañina diciéndole: “si lo llevara usted cogío cómo yo con las dos manos no se lo habían quitáo”.

Algo parecío le ocurrió a otro que acababa de salir de la tienda de Confecciones “ Los Mellizos” y se había compráo una pelliza de aquellas del cuello de astracán, cuando estaba el buen hombre hablando con otro en la puerta, echó de menos el peso de la prenda, mosqueáo empezó a mirar, echando algunas maldiciones, y el chorizo mirándolo descaráo le amonestó, si llevara usted la pelliza puesta cómo yo, vería cómo no se la quitaban...

Y sí no estos que una noche robaron tós los jamones y botellas de un Bar del Centro, después de convidar a la policía que al verlo abierto a altas horas de la noche entraron, donde los ladrones simulando que hacían zafarrancho de limpieza, la dejaron limpia de verdad.

O aquel que en el bar Los Bilbaínos se copeó y tapeó después de haber puesto sobre el mostrador un paquete mú bien preparáo, que dos días después del tío haber salío elegantemente sin pagar los gastos, al desliar el paquete vieron con sorpresa que se trataba de dos hermosos ladrillos.

O lo que le hicieron al avaro de Frasco Núñez el de “Librero” del Arroyo Cupiana, que pa ajorrarse lo que tenía que ganarse el recovero dispuso de vender los huevos directamente, y en la puerta del Mercaíllo de Calle Mármoles, un niño se le puso delante y empezó a decirle con malas artes... ¡cateto, pestozo!, y era verdad que apestaba un rato...Frasco se enrritó y quiso coger al zagalón, se separó un poco de los canastos, lo justo, ya que al volverse se los había quitáo el compinche, otro niño que estaba al “liquindoy”.

¡¡Que majorco, que majorco, por los güevos!! se lamentaba al pasar por la puerta del Alambique del Puerto de la Torre, y al escucharlo Antonio Ruiz le sentenció: “pó pá ajorcarse tié que sé por el gaznate”


Y en los llanos de San Cayetano...

En una jiguera blanquilla
der pescuezo se corgó
cómo la escogió endeblilla,
la rama se le partió
y se rompió tres costillas
der guarrazo que pegó.

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