EL MONDONGO DEL MANDANGA



Un alcalde como Dios manda
hombre sabio, complaciente,
razonando la demanda
y convenciendo a su gente
sabiendo por donde anda.


Hacía ya cinco o seis meses que habían inauguráo el abastecimiento del agua corriente

al pueblo y los “Perotes” estaban la mar de contento. Pero como la felicidad no suele ser mu duradera aconteció, que ya saben, (ese sinvergonzón raspáo que suelen haber en to los pueblos, y que en Álora era Salvorillo Mandanga) pues fue y se mandangó en el depósito el agua que estaba en un cerrillo poncima el Lugá. Lo vieron los vecinos, se contrariaron mucho y claro fueron a darle las quejas al alcalde. – Escuche ozté D. Juan: que el “Mandanga” se lo ha jecho en el depósito el agua. El alcalde que era un hombre tranquilo y a güertas ya de casi to, al verlos tan sofocáos pá apaciguarlos un poco razonando como el solo sabía hacerlo va y les dice: Bueno... ¿y que es una mandangá pá tanta gente?

La gente, con la “razón” del alcalde
se quearon convencía
que una m... es poca m...
si está mu bien repartía

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