EL ORTO DEL ASTRO REY




Al tiempo, tiempo hay que da
que tiempo se tié pá tó
no por mucho madrugá
va a salí más ante el sol.

Así que pasito corto
con mucha vista y paciencia
que del astro rey el orto
toíta las mañanas llega.

Le das al tiempo su tiempo
mas no le des demasiáo
que pué se que en un momento
te manden algún recáo.

Como este: El trigo raspinegro de la cañá
está en sasón propio está
si no vienes como un rayo
yo meto uno ajorná
que está a punto pá segallo.

Este recáo fue el que le mandó Consuelillo Amato, con un vecino a su Joseíllo Pinto, con el que llevaba cuatro meses casá y este se fue a trabajá a Fagirola (Fuengirola) y jacía veinte días que no iba al Lugá a muarse allí en la Perocia (Álora), y la consuelo se temía lo peó.

Y el tal Joseíllo Pinto
cuando el recáo recibió
echándose el jato al hombro
mas que corriendo voló

Quería llegar sin tardá
no fuera que otro segara
su trigo de la cañá
lo trillara y lo aventara
y lo quisiera atrojá
y la paja la dejara
en la era esparramá
al pajá no la llevara
ni jiciera un almijá.


Al contrario le pasó
a otro perote apañáo
que el trabajo compaginó
durante el día en el tajo
y de noche en el colchón.

Güeno pá cualquier labó
Manolillo Aranda Martín,
güen gañán, güen segaó
pero del uno al otro confín
era el mejón segaó
que tos solían coincidí
su destreza y su tesón
con las de Villa Martín
(Tenían fama entre los segadores las hoces de Villamartín, Cadiz)
no tienen comparación,
mú güeno pa llaveá
el tío en cuatro pavea
tenía gavilla apañá.

No presumía de jampón
mas si de garañoncete
y se temían lo peó
este se quea en un brete.

La boa fue por San Juan
con la hija Paco Peña,
güena Jembra bien plantá
mú guapa, rosa mimbreña
una serrana juncá.

Aquel verano recién casáo, tomó a no mu güen precio la fanega de tierra de trigo recio bien granáo pá segarla y se agarró con ellas, desde que no se veía, hasta que no se veía.

De día to el día segando
y a la noche la Peñita
allí en la casa esperando
lozana, con mú güen porte
mientras el se iba queando
mas flaco que Don Quijote
parecía un fantasma andando.

Dos días después de terminá la bará de siega, bien lavaíto y arreglao entró allí en Álora en la calle Carambuco en cá Gregorio Cháves , que mi amigo al verlo tan flacucho y demacrao le preguntó ¿Qué ta pasao? ¡Novéee... como está, si no tienes mas que güeso y pellejo! ¿Estás malo? así contestó Manolillo:- No me pasa namá que llevo cuarenta días de casao y diecisiete segando y entre la siega de día y la que ve de noche, pos ya ves como estoy.



Y así aconsejó el perote,
a su paisano Manué,
que solo tenía vigote.
Manolico, Manolico,
la siega las terminao
pero te quea el gazapico.

Si quieres recuperar
esas carnes que has perdío
güenas “Perotas” yantar.

Si la Peñita se empeña
que le toques por fanadango
le tocas por malagueñas.


El fandango es más airoso
pastueña la malagueña
¡Que aunque sea mu güeno el pozo!
si saca más que le entra
seguro se le ve el fondo.
Asín que güenos potajes
algún vinillo y güen pan
y a “Ronda” menos viajes.

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